En entradas anteriores os hablaba de la elección de
vestuario y el nombre adecuado para nuestros personajes.
Siempre son los protagonistas, aquellos que aparecen
como soles incandescentes que iluminan nuestras ideas, quienes acaban teniendo
el mayor protagonismo dentro de nuestra historia.
Sin embargo, hoy quiero hablaros de los personajes
secundarios. O de cómo una historia comienza a nacer a través de otra historia
y todo se va a pique…
Hoy quiero cederles un espacio a esos personajes,
que aunque parezcan meros muñecos que solo hablan y actúan en determinados
momentos y que ayudan a que todo gire con normalidad, a veces son los que
convierten una buena historia en una gran historia, o incluso, una mala
historia en una historia que merece ser leída. Ya que son, esos personajes
secundarios con un carácter chispeante los que marcan la diferencia.
Personajes secundarios que a veces destacan junto a
nuestros protagonistas y que nos piden a gritos una historia únicamente para
ellos, donde todo gire tras sus pasos y a su alrededor.
Como lectores, ¿cuántas veces hemos deseado conocer
profundamente a alguno de los personajes que han aparecido durante la narración
de una historia? ¿Cuántas veces hemos querido detener el tiempo, o suspirado
entre páginas para que al autor/a se le haya encendido una lucecita en su
cabeza y ese personaje le haya gritado tanto que en futuras publicaciones le
ceda su propia obra?
Por poneros un ejemplo, me sucedió con cierto escocés en una novela de Olga Salar, y desde entonces ella sabe
que me debe algo. Porque se lo he implorado muchas veces. Cuando ella dice que
está con una nueva historia entre manos, yo siempre pregunto si es mi escocés.
Quién sabe en una de esas lo mismo lo consigo y me salgo con la mía. No es por
meter presión ni nada, pero lo hizo tan bien con él, que no pude olvidarme de
ese camarero, y quiero conocerlo un poquito más.
¿Alguna vez os ha sucedido? ¡Contadme!
Como escritores, seguro que también os han gritado
con voz temblorosa y quejicosa estos personajes, que aunque parezca que solo
están ahí para formar parte de una decoración que nosotros hemos perfilado,
necesitan ser escuchados.
Mientras escribimos la historia principal,
intentamos no salirnos del guión prefijado, intentamos no hacernos caso de esas
vocecitas, de esos demonios pequeñitos que se suben encima de nuestro hombro y
nos atormentan…
—¡Eh, tú! ¡Si, tú! Escúchameeeeeeeeeeeeeee!
Pero a veces son tan pesados que es imposible no
cederles unos segundos.
Y es aquí cuando estamos perdidos. Al cederles unos
segunditos de nada, la hemos liado parda.
Entonces cogemos folios de colores por estrenar de
esa carpeta que contiene fragmentos de tantas ideas que nos asusta solo con pensar
que se le unirá una más. Y comenzamos a trazar su presente, su pasado y su
posible futuro. Escenas, momentos, sentimientos,… y nos damos cuenta de que
todo empieza a desmadrarse…
Con lo bien que íbamos…
Y llega ese calor interno que nos provoca ardor en
las venas, nuestras mejillas se sonrojan y el agobio se desencadena tan adentro
que temblamos y acabamos gritando y tirándonos de los pelos como unas locas
desquiciadas en el primer día de rebajas.
Porque como escritores sabemos que no somos nadie
sin nuestras ideas, ¡qué maravillosas son las ideas!, pero cuando estas se
acumulan, y unas cobran fuerza paralizando otras que ya están empezadas, ufff,
esa sensación es delirante.
Es, en ese instante, cuando vemos nuestros sueños
cada vez más lejos, y ahí, queridos lectores, es imposible no derrumbarse. Y
nos cagamos en la madre que parió a esos personajes y quisiéramos darle de
puñetazos al creador, y entonces nos damos cuenta de que no podemos…
Oh my god,
¿Somos nosotros? Yes!! Por lo que autolesionarnos solo conseguirá que nos
encierren en un psiquiátrico.
Puede que solo sea cosa mía y a vosotros no os
suceda, puede ser que solo yo no sepa focalizarme y tenga una mente tan activa
que me disperse demasiado... pero no sé por qué me da que no…
O puede ser que sí, que vosotros seáis de esos que
apuntáis, cerráis la carpeta de ideas y conseguís que se queden ahí adentro sin
rechistar hasta que vosotros mismos decidáis comenzar con su historia.
[Si es así y tenéis algún truco para no empezar una
obra sin terminar otra, os agradecería enormemente que me lo prestarais. :-)]
Isabel, cuéntame, que a mí me consta que has conseguido focalizar y no empezar mil proyectos sin terminar antes otros...
Y después de los nervios, el sudor y la angustia…
Es cuando se materializa y se desata el caos.
KHAOS!!!
Y a la historia que teníamos hemos de sumarle otra
más, y esto comienza a parecerse a una saga cuyo final somos incapaces de
vislumbrar. Y los personajes de una historia se encadenan con los de la otra, y
todo parece que va por el camino correcto, y divagamos con lo bonitos que
quedarían nuestros manuscritos uno detrás de otro en nuestra estantería.
Suspiramos, al menos yo mientras os cuento esto estoy
suspirando…
Pero claro todo lo bonito deja de serlo en algún
momento, y nuestro globo de la felicidad se deshincha frente a nuestras
narices, y la cruda realidad, queridos ojitos lectores, es que tenemos un
montón de ideas que nos gritan a la vez, y debemos focalizar, debemos hacer
caso a nuestro corazón…y no podemos…
Y por si esto no fuera poco, llega Abril, llega el
Camp Nanowrimo, y ésta que os escribe quiere intentar de nuevo, ya por
empecinamiento, por luchar contra un muro al que todavía no he conseguido
superar, y una historia que estaba ahí calladita va y comienza a gritar, y ya
la hemos jodido otra vez.
—Si yo estaba con mi historia musical, ¿por qué
ahora lo celta me tiene que tirar tanto?
—¡Eres cántabra, hija! ¿Cómo no te iba a tirar la
tierra? En algún momento tenía que suceder…—me dice una vocecita endemoniada
dentro de mi corazón.
Pero esto lo dejaré para otro artículo.
Menos mal que no todos los personajes secundarios
nos hablan con la misma intensidad, sino…no tendríamos tiempo suficiente para
llevar a cabo nuestros objetivos, y nos veríamos sumergidos en una nebulosa de
la que no podríamos salir.
Aun así, imploro a los científicos que consigan una
pastillita o algo para silenciar las voces de esos personajes hasta que la
historia que teníamos entre manos esté finalizada y podamos cederles entonces
el sitio que realmente merecen.
¿Lo habrá ya?
¿Cuántos personajes secundarios os han susurrado a
vosotros?
¿Cuántos gritos habéis tenido que silenciar de
vuestra cabeza?
¡Un abrazo gigantesco!
Muy interesante esto que comentas. A mí personalmente me ha pasado solo leyendo, y un claro ejemplo es Elodin de El nombre del viento, ese profesor zumbado al que me habría encantado conocer más y que, si por mí hubiera sido, habría protagonizado el libro. En cuanto a lo que escribir se refiere, no me ha pasado nunca eso comentas, mayormente porque soy super estricta con los guiones de mis novelas y procuro siempre que nada se me salga de madre. Hay cosas que no pueden controlarse, eso es evidente, pero tanto como para que un secundario se acabe comiendo la historia, no. La verdad es que soy muy caótica para la vida en general, pero para planificar mis novelas me falta cuadrarme y gritar un ¡Sí, señor! xD
ResponderEliminarHola!!! :D
ResponderEliminarA mí me ha pasado con muchos, aunque yo soy de novelas de personaje y tiendo a dar bastante protagonismo a los secundarios ;P
Truco para no empezar otra historia cuando estás escribiendo: sucumbir sin ceder. Es decir, para y escribe la idea o la escena, guárdala y deja esa historia archivada.
No existe una manera de extirpar el deseo de continuar una nueva aventura, pero cuando tienes la idea anotada y guardada tu mente permite que sigas a lo tuyo sin machacarte tanto.
Y no te obsesiones! Porque si lo haces, entonces sí, lo que estuvieras escribiendo está condenado a quedar a medias.
Jajajajajajaja, sin presión, ¿verdad? Te prometo que cierto escocés está en mi lista de historias por contar, a ver cuándo le llega el turno y te lo dedico.
ResponderEliminarUn post genial!
Besazoooooooooooos
Amore, hasta los que solo pasaban por ahí me gritan: ¡hazme caso, soy especial! (como decían en True Detective), jejeje, :) y eso, que me tengo que ir, pero me ha encantado el artículo y quiero decirte ¡vamos ya con esa historia celta! DESDE QUE LA VI EN FB LE TENGO ECHADO EL OJO, así que, al igual que le haces tú a Olga, te voy a preguntar mucho por ella :D jisjisjis, molaaa, dale al Nano, mi estrella
ResponderEliminarmil besos!!!