BALANCE NANOWRIMO Y OTROS DESVARIOS

¡Queridos lectores!

Llego con un día de retraso porque ayer me fue imposible actualizar.

Hice una entrevista a Jaume Vicent Bernat que podéis leer en mi blog de reseñas, en la que hay una mezcla de Dr. Jeckyll y Mr.Hyde con aires de Umbral en la que Jaume nos habla de su obra BLACKWOOD: PIEL Y HUESOS.

Después actualicé el fanblog que regento de mi querida Isabel del Río, porque como ha llegado diciembre pues tenía que mostraros capi a capi su obra NIEVE. ¡Vamos por el primero, si queréis descubrirla ya no tenéis excusas!

Y claro…después mi sesión de pesas y cardio, y…luego a mi pueblo perdido en un valle entre las montañas, a comer con mi tata y mi chico, y a disfrutar de la tarde, y…desconexión…¡Ni wifi, tengo! Los datos se evaporaban mientras en la tele me gritaban desde el Sálvame…

[Aun me sigo sorprendiendo de que no me haya dejado llevar ayer por mi antiguo lado más gótico-emo y haberme cortado las venas…]

Pero no pude actualizar, así que regreso a estos lugares, con un día de retraso, para hacer un pequeño balance de lo que ha sido para mí este mes de Nanowrimo November.

Como ya habéis leído en artículos anteriores, comencé el Nanowrimo con muchas ganas, después se me atascaron las palabras, tuve muchos días en blanco e incluso llegué a agobiarme y desanimarme un poco porque pensé que la historia se colapsaría. No era solo falta de tiempo para aumentar el marcador de palabras, que también, sino que pensé que me bloqueaba hasta tal punto que la historia no iba a avanzar.

Sin embargo, me puse ENSIFERUM en bucle y todo cobró vida de nuevo.

Los personajes comenzaron a hablar solos, a sentir solos, a salirse del camino marcado que yo les tenía bien preparadito, y aunque a momentos sentí un poco de pánico, después me dejé llevar por ellos, me lancé al precipicio y ¡zas! Disfruté como una enana hasta que llegué a las 50.000 palabras y las sobrepasé.

Porque sí, conseguí superarme a mí misma una vez más. Conseguí mi diploma de Winner, y terminar con la meta que me había propuesto.

Me superé porque este no era mi género romántico, sino que era una distopia, un género que como lectora no he probado más que una vez gracias a Javi Araguz e Isabel Hierro con su obra “La Estrella”, que como espectadora he vivido gracias a Los Juegos del Hambre y Divergente (no he leído los libros todavía, no me matéis, pero si sirve de algo hay una edición con los lomos de colores y de tapas duras de LJDH esperándome en mi estantería), y que como escritora solo he utilizado una vez en un relato cultural, por lo que…me siento muy orgullosa de haber conseguido avanzar, crear 149 páginas de Word repletas de sentimiento, lucha y supervivencia; y lo que queda…porque mi historia no ha hecho más que comenzar.

Para otros escritores el Nanowrimo quizá no sea tan cool como para mí, pero he de reconocer que me encanta. Seré una freak. Me gusta, es como una droga, porque me obliga a escribir sin parar, a no autocensurarme (que suelo hacerlo demasiado a menudo al releer y releer y corregir y reescribir), a dar de mí todo lo que pueda para seguir el camino marcado, a superarme más y más. Saca mi lado más competitivo y a la vez me ayuda a conseguir mi sueño. 

Porque mi sueño es la escritura y si quiero llegar a escribir medianamente bien, ya sabéis todos por los consejos de los más grandes que el milagro no se obra solo, tengo que conseguirlo a base de escribir, y escribir y escribir. Y el Nanowrimo saca mi lado más productivo y luchador.

Por eso me encanta. Por eso lo necesito. Por eso me gusta presentarme.

Y sí, tengo muy claro que participar y conseguir 50.000 palabras es tan solo el principio, que después tienes que seguir escribiendo, que tienes que pulir, borrar, corregir y volver a añadir. Pero eso es lo bonito. No se escribe una novela en un mes, se escribe un pequeño borrador medio decente en un mes, después de eso hay mucho trabajo por hacer.

Participo porque es mi forma de saber que puedo conseguirlo. Que si lucho acabo obteniendo lo que anhelo. Y para demostrarme a mí misma que ya no queda nada de esa Rebeca que solo alcanzaba 15 páginas de Word, pequeños relatos o reflexiones, sino que soy capaz de dar vida a la obra que existe dentro de mi cabeza por muy larga que pueda parecer. Y entonces me siento escritora.

Me siento escritora y observo el diploma de Winner que imprimo siempre al finalizar. No he colgado ninguno porque entonces mi salón se parecería a estas salas de espera de los dentistas donde están colgados todos los cuadros de los títulos que han conseguido en un arranque de egocentrismo o bien de dejarte claro que saben lo que hacen y que no has de tenerles miedo cuando te sientan en esas butacas articuladas para después decirte: Abre la boca y cierra los ojos…

Ups, que me disperso…

Pues eso, que me siento escritora, que observo el diploma, lo acarició, suspiro, vuelvo a acariciar, lo alejo de mis ojos miopes para colocarlo contra la pared, sonrió, vuelvo a suspirar…

Entonces decido que es hora de reflexionar, de seguir anotando metas en un papel nuevo para luchar por ellas.

Y llega mi querida Mireia, y nos regala un descargable de su planificador semanal tuneado con un arbolito de Navidad y yo caigo con todo el equipo. Me lo he imprimido dos veces, y no serán las únicas, porque me encantan sus planificadores. Siempre me ayudan a organizarme.

Y aquí me tenéis, emborrando metas y sueños en el planificador: Seguir con Guerreros, buscar ideas para artículos del blog (todas las ideas son bienvenidas porque estoy falta de ellas), emborronar postales navideñas, comenzar relato final de curso on- line, documentarme para mi próxima idea, ¡ay, Finlandia!, robar un banco para poder comprarme cierto libro casi descatalogado que lo quiero mucho, mucho y me está robando el sueño, robar otro para cierta guía de Finlandia que me gusta más que la que compré, y otro más para ciertos muñequitos y ciertas novelas nuevas que me tienen locatis y que se me tienen que juntar todas, y… 

¡A ver si me toca la lotería!

Y aquí me tenéis, emborronando metas y sueños, y muerta de miedo, porque mi lectora cero, Ana Nieto, lleva días con un manuscrito en sus manos y aún no ha abierto la boca, y claro, no sé si es porque aún no ha tenido tiempo de ponerse con las primeras páginas o porque se ha puesto a leerlo y no sabe cómo decirme cosas sin que me duela…

Y ha llegado diciembre, el frío, y con él las musas juguetonas, la nieve blanca en estampas idílicas en el fondo de pantalla porque a pesar de estar en el Norte de España, aquí ni nieve ni nada, todo el día sol, (creo que el clima quiere putearme…), y así no se puede…ha llegado diciembre, el último mes del año y con él es hora de hacer recuento, de anotar y planificar, de buscar nuevos caminos con los que sentirme orgullosa de mí misma, y valorada, y bla, bla, bla…

Gracias una vez más al Nanowrimo por hacerme ver las cosas como son realmente. Puedo. Si quiero, puedo. Y al igual que yo, si tú quieres…también puedes.

¡Así que a por los sueños! ¡A por nuestros sueños, readers!

¡El mundo es para los valientes!

Y después de este desvarío, uno de tantos, con retraso o no, os dejo tranquilos hasta la semana que viene…

¡Un abrazo!

1 comentario :

  1. ¡¡¡felicidades de nuevo, preciosa!!!
    me alegro de que te sientas escritora, seguro que también te sientes mujer porque... una pista shhh, ¡que eres las dos cosas! El nanowrimo es la pluma de Dumbo, tú vuelas sola, escribes, creas, amas, respiras literatura exhalas palabras, coñe, eres escritora. Lo de vender libros ya es otra cosa, escritora-vendedora, vividor-follador que dicen en la tele, no son la misma cosa ;)
    sigamos soñando y escribiendo! un superabrazo!!!

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