Hoy he decidido hablaros de la complicada tarea de
vestir a nuestros personajes.
Los escritores que pasean sus ojos lectoriles por
este blog me entenderán a la perfección, porque ellos mismos se habrán visto
inmersos en la tarea de decorar el exterior de sus personajes tanto principales
como secundarios.
Lo más difícil es vestirlos por dentro, en eso
estaremos todos de acuerdo. Ese aspecto psicológico que no se ve, que no es
tangible, y que debemos mostrar de forma muy nítida en cada una de las acciones
en la que se pierden, si queremos conseguir un personaje perfecto y no una
marioneta.
Sin embargo soy de las que piensa, que aparte de su
físico y de su carácter emocional, podemos jugar mucho con su aspecto exterior.
Con su envoltorio. Y que no debemos descuidarlo.
Si pensamos en nuestros personajes como un caramelo
que el lector querrá degustar, descubrir y paladear, lo primero que le va a
entrar por el ojo será el papel que lo envuelve. Aunque digamos que lo que más
nos interesa es lo espiritual, siempre, cuando comenzamos a meternos entre las
páginas de una historia, son las descripciones, tanto del ambiente como de los
propios personajes, las que nos ayudan a meternos en la piel de la historia.
Y es justo ahí, en ese papel de colores, en ese
envoltorio del personaje, donde podemos dejarnos llevar y jugar. Crear algo
distintivo que haga a los protagonistas de nuestras historias ser recordados.
Ya seas de los escritores que preparas con antelación
el aspecto de tus personajes en fichas aparte, como si eres de aquellos que lo
van escribiendo sobre la marcha, estarás de acuerdo conmigo en que no solo
hemos de tener muy claro el perfil psicológico de nuestros personajes, sino
también su envoltorio. Debemos pensar en todo. Debemos ver a nuestros
personajes como personas reales. Y a no ser en manifestaciones en las que la
gente se desnuda por una buena causa, solemos salir a la calle vestidos.
Lo que primero le entra al lector por los ojos, junto
a su físico, cuando les comenzamos a describir como presentación al comienzo de
la historia, es lo que llevan puesto. Es una manera de interactuar con el
lector y hacer el personaje algo más real.
Lo que llevan puesto los protagonistas cuando se
conocen, lo que se quitan en determinados momentos, lo que acaba roto en las
escenas de pasión desnfrenada…
Después de todo el tiempo que hace que leí “Deus ex
Machina 2.0” de Mara Oliver, a día de
hoy sigo sin olvidar ciertos dibujos frutales en cierta ropa interior.
A mí personalmente me encanta esta tarea en la
creación de mis personajes, me lo paso pipa creando sus armarios.
Me gusta coger catálogos de ropa e ir ideando su
vestuario, como si fueran los coleccionables de papel que usaba cuando era
niña.
Soy de las que imagino vestuarios aparte para las
escenas más importantes, y apunto, en folios de colores o en mis pequeñas
libretas, lo que llevarán mis personajes en determinadas ocasiones. Desde la
ropa interior, hasta los complementos y el calzado. Es una forma de imprimirles
ciertos gustos, cierta personalidad.
Y sí, algunos siempre tienen una pincelada
alternativa. Me gusta que no parezcan clones ni esclavos de las modas. Me gusta
dotarles de una envoltura diferente, darles un poco de aparente radicalidad en
el aspecto que luego no tiene nada que ver con su carácter emocional o su forma
de pensar. Me gusta jugar con eso. Además creo que el lector lo recordará
fácilmente sin necesidad de pensar mucho.
Recordará su vestuario, si lleva
piercings o no, si tiene tatuajes, si lleva las botas de este u otro color.
Es mi manera de imprimirles algo mío, cederles un
espacio muy importante a mis gustos musicales, televisivos, mi forma de
vestir…Eso hace que mis personajes tengan pinceladas muy mías. Y sí, lo
reconozco, me es mucho más fácil describirlos y hacerlos más creíbles si la
ropa que les adorna es ropa que conozco, o marcas que utilizo.
Aunque para no ser monotemática están las revistas
de moda, los catálogos de ropa, blogs dedicado a todas las tendencias textiles y
las imágenes que hay al alcance de todos los curiosos en internet, para poder diseñar
el envoltorio de nuestros personajes sin necesidad de ser ropa o complementos
que llevemos puestos en nuestro día a día, y que el lector no se canse.
Aquellos que hayan leído mis historias, ya sean
relatos presentes en mi antología “Deshojando
mis Octubres”, o mi novela corta “Susurros
en Sachsenhausen”, podrán encontrarse con calzado de la talla Converse y Dr. Martens. Con pantalones vaqueros rotos o desgastados. Con
camisetas de grupos de rock y heavy metal, chupas de cuero, incluso vestidos ajustados,
y zapatos con tacones de vértigo…
También tengo personajes con trajes caros y aspecto
de abogados, pero estos son los de menor porcentaje.
Me gustan los encuerados tatuados, qué le voy a
hacer… Y sí, algunos también conducen Harleys,
como el protagonista de cierto relato subidito de tono…
Creo que la elección del vestuario de nuestros
personajes es algo más complejo de lo que gente piensa cuando lee una historia
nuestra. Puede que existan escritores que no le den mucha importancia y puede
que yo le ceda demasiada. Pero me gusta jugar con su ropa, me gusta elegir lo
que van a llevar en determinadas escenas, porque al fin y al cabo, como
lectora, aparte de sentimental también soy muy visual, y es una forma de no
olvidar.
Es una forma de hacer a nuestros personajes más
reales, y aunque nuestras historias estén basadas y abrazadas por la ficción,
no dejan de ser un reflejo distorsionado de nuestra realidad.
Y vosotros ¿Sois de los que planeáis el vestuario de
vuestros personajes con antelación y premeditación?
O ¿preferís no cederle tanta importancia a la ropa y
vais escribiendo sobre la marcha?
¡Contadme!
Y por si os arde la vena curiosa, os dejo el enlace al blog de Susurros en Sachsenhausen.
Allí, en una entrada textil podréis encontrar
algunas de las prendas de ropa que lleva Saoirse. La protaginista de mis Susurros en Sachsenhausen.