Hoy quiero mezclar dos de mis pasiones en este post.
Los tatuajes y la literatura.
Si la Naturaleza me hubiera dado el don de saber
dibujar, mi gran sueño hubiera sido ser tatuadora. Pero dibujo peor que un niño de presecolar así que de ese sueño tengo que olvidarme o utilizarle en mis escritos,
es esta mi manera de no conformarme.
Mi pasión por los tatuajes no es una moda. No es una
forma de ser rebelde ni de intentar ser diferente. No es por llevar la
contraria a mi familia ni por molestar a mi suegro a cada nuevo tatuaje, ni por querer tener una apariencia alternativa, no me hacen falta tatuajes para eso :P
Mi pasión por la tinta y los tatuajes es algo que
nace de dentro. Algo que se acrecienta con solo escuchar el zumbido de la
máquina en funcionamiento, es algo que se esconde debajo de mi piel, arde
dentro de mis venas y repiquetea.
Es algo incontrolable, y que por ejemplo también me sucede cuando escucho el rugir de una Harley Davidson. No sé la razón, pero ahí está. Sí, soy de las que se asoma por la ventana cuando pasa una moto delante de mi casa, y a la que cuando ve Sons of Anarchy, le entra un cosquilleo en la sangre porque me encantaría tener un chico motero (Heavy, si por una casualidad lees esto, que sepas que ya estás tardando en sacarte el carnet, para irnos a hacer rutas y conocer el mundo a lomos de una Harley. Los tatuajes y el cuero ya los tenemos xD)
Es como si en otra vida, hubiera sido una motera y tatuadora.
Los tatuajes son mi manera de tener símbolos y recuerdos que me ayudan a tirar hacia adelante.
Son simbolos que tapan esas cicatrices de mi alma, esas cicatrices de heridas que no se ven, pero que están ahí. Las veces que caí en un profundo pozo negro y que para resurgir tuve que tirar de mi música preferida para encontrar el camino. Las veces en las que la muerte se llevó a quienes más quería, y tuve que aprender a vivir sin ellos y a contar únicamente con recuerdos y letras garabateadas en mi piel como algo tangible e imperecedero.
Forma parte de mi personalidad.
Hay toda una cultura dentro del mundo del tatuaje que no todas las personas conocen, cualquiera que haya estado en una Convención Internacional del Tatuaje puede comprobarlo, y
verdaderas obras de arte en la piel que son mucho más que diseños o dibujos.
Por eso suelo tener tendencia a mezclar mi pasión por la tinta grabada en la piel con la de la tinta con la que quiero impregnar el papel blanco.
Por eso suelo tener tendencia a mezclar mi pasión por la tinta grabada en la piel con la de la tinta con la que quiero impregnar el papel blanco.
A la hora de formar personajes, en todos los cursos
de escritura creativa te aconsejan que le des a tu personaje un rasgo
distintivo que le haga ser diferenciado del resto, para ser recordado durante
la narración sin que tengas que repetirle al lector su apariencia física. Una
cojera, una cicatriz, un tic nervioso, una forma de hablar.
Ahora parece ser que está de moda que los
protagonistas tanto masculinos como femeninos tengan algún tatuaje, y eso es
algo que a mí siempre me gusta encontrar cuando leo, siempre y cuando esté bien utilizado. Me ayuda a sentirlos más
cerca.
Me pasó la primera vez con Mangaka de mi
querida María José Tirado. Ainsss, <3 una historia bonita e inolvidable.
Así como el tatuaje de cierto escocés en la reciente novela Si te quedas en Escocia de mi preciosa Olivia Ardey, que siempre que lo recuerdo me hace reír una y otra
vez.
Y por mencionaros un último libro, Fuera de Juego, de mi queridísima Anna Casanovas, donde su protagonista, Pam, tiene varios y una historia cruda detrás de ellos.
(Si no os habéis leído los libros... ¡¡¡¡estáis tardando!!!!!)
Sin embargo, a la hora de escribir mis propias
historias tiendo a ir un poco más allá.
No me sirve decir que mi protagonista “x” lleva
tatuado el brazo entero, o un tatuaje enorme en el pecho.
Me gusta crear los tatuajes de mis personajes uno a
uno, me gusta imprimirles carácter a partir de sus tatuajes.
Soy un poco rara en este aspecto, y reconozco que me
puedo poner muy pesadita. Como siempre que algo me apasiona.
Al igual que en lo relacionado con la música no me
gustan (o no entiendo) aquellas personas que escuchan una determinada banda porque está de
moda, porque es lo que toca, sin detenerse a percibir cada letra de la canción,
cada nota musical…
En lo que respecta a los tatuajes no me gusta la
gente (no entiendo a la gente) que se tatúa por moda, por llevar en su cuerpo el tatuaje que lleva
cierto cantante o cierto futbolista, o porque parece que pueda quedar bonito.
Os sorprendería las veces que he escuchado esto que os digo. Personas que antes
de tatuarse preguntan si les gustaría a los demás que se lo tatuasen o que
quieran algo porque lo lleva otra persona y esa persona es super cool.
Cuando escucho argumentos como estos en el estudio
al que voy a tatuarme, me quedó perpleja y se me queda cara de idiota, porque no lo entiendo.
Y sé de muy buena tinta que esos casos siempre acaban
en una sesión de láser para quitarse lo tatuado o con otro tatuaje encima para
borrar lo anterior.
Por ello cuando escribo me gusta perfilar cada gota
de tinta en la piel de mis personajes, darles un significado importante para la
narración, un recuerdo, una forma de ver la vida. Algo que sea parte
indisoluble de su alma como para mí son cada uno de los tatuajes que llevo en
mi piel.
Porque incluso aquellos que son logos de bandas
musicales o portadas de discos, son parte de mí, porque su música me ha salvado
y me ha hecho encontrar la luz en medio de la oscuridad. Es un significado
profundo. No solo es escuchar una determinada banda, o una determinada música,
(escucho muchisimas bandas, pero no todas tienen un lugar privilegiado en mi piel) es sentir esa música como parte de tu corazón, de tu personalidad, de tu
presente, tu pasado y tu futuro.
Cuando me enfrento a la elaboración del físico de
los personajes, puedo tirarme horas planificando estos tatuajes.
Apuntando cada uno de ellos, imaginando cómo serían,
qué colores habrían sido los elegidos, cómo quedarían en su piel. La explicación
sobre ellos que irá dentro de la narración.
Y es ahí donde me dejo llevar totalmente, y sueño
como si esos tatuajes fuesen míos en realidad, quizá en algunos pueda incluso
compartir diseño con el personaje, regalándoles un poco de mí.
Incluso algunos
de ellos llevarán en su piel sueños de tatuajes que aún no he hecho realidad.
Porque es un vicio, nunca se tienen suficientes, y
son tan caros que…solo queda soñarlos mientras se tornan factibles, y decorar la piel de tus personajes con ellos en un intento de convertirlos en algo eterno.
Sé que muchos de los que pasaís por aquí, no entendéis esa planificación mía, de ropa, bandas que escuchan, tatuajes...porque sois menos de describir y más de ir al lío, pero creo que como muchas veces he leído en blogs, hay que escribir con el corazón.
Volcar tu alma en lo que escribes para que así llegue al lector, y queridos ojos lectoriles de este blog, la música, la ropa rara y los tatuajes son parte de mí, no podría crear personajes normales que nadie recuerde, porque entonces ni siquiera yo misma recordaría a mis personajes porque me parecerían sosos, sin personalidad, sin algo remarcable entre todas las lecturas que ofrece el mercado.
Estoy segura de que a día de hoy, aquellos que hayáis leído relatos míos de descarga gratuita, como Papillon, o quizá mi obra recién publicada Susurros en Sachsenhausen, recordaréis las mariposas de la protagonista del primero, y al menos el tatuaje que lleva en el pecho Saoirse.
¿O no?
Y vosotros...¿os gusta jugar con los tatuajes para vuestros protagonistas?
¿Cómo elegís ese algo que les caracterice y que les haga destacar de entre todo los personajes?
¡Contadme!