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miércoles, 16 de septiembre de 2015

JAUME VICENT BERNAT DEJA HABLAR AL MONSTRUO

¡Queridos lectores!

Hoy no seré yo quién escriba el artículo, ¡hoy tengo un invitado de lujo en mi blog!

JAUME VICENT BERNAT!
Escritor, bloguer, copywriter, editor, corrector de textos, alma de la web y blog Excentrya, colaborador en varias revistas y proyectos...

Y será él quien tomará la palabra en dos artículos diferentes en este blog, para que lo conozcáis.

Os dejo con él:


Cuando Rebeca me pidió que le escribiese una colaboración, no me lo pensé ni dos segundos, le dije que sí enseguida. Y lo hice por muchas razones: porque tenía muchas ganas de estar en su blog, porque le debía una colaboración, porque me encanta escribir y porque me gusta mucho hablar de mí mismo.

Os hablaré del oficio de escritor y lo haré desde dos perspectivas diferentes, en primer lugar os hablaré como escritor de ficción, como creador de historias y, otro día, lo haré como copywriter, editor y corrector de textos. Es como ser Jeckyll y Hyde, y hoy le toca hablar al monstruo.

Empecé a escribir bastante temprano, las primeras hojas amarillentas que tengo guardadas (soy de los que lo guarda todo), tienen fecha de 1997. A mis tiernos 14 años escribía desde las tripas, era una mezcla bastante extraña de letras de Extremoduro, Nirvana y carajadas místicas diversas. De aquella época me quedan algunas poesías, un par de relatos y muchas hojas llenas de pensamientos y cosas muy locas; con el tiempo, estas chorradas, fueron derivando en mis columnas… Pero de eso os hablaré un poco más adelante.

Aunque supongo que no comencé a tomarme esto en serio hasta mucho más adelante. El verdadero viaje lo empecé a los veintialgo, cuando comencé a llenar cuadernos con historias que escribía a lápiz en mis ratos libres mientras trabajaba en mi cervecería. De esas historias fui seleccionando algunas y pasándolas a limpio, no me preocupaba mucho de cómo quedaban, no me fijaba en la ortografía; como todos los que empiezan pensaba que me estaba follando a la musa, pero la verdad era muy distinta, sólo me estaba corriendo en mi ombligo.

Me costó mucho tiempo entender por qué rechazaban lo que escribía, las notas que me llegaban siempre decían lo mismo: tienes talento, pero necesitas trabajar más. Yo tenía talento, ¿es que se necesita algo más para escribir? Sí, se necesita trabajar mucho en tu escritura, escribir y escribir, revisar y revisar. Los que escribimos tenemos que parecernos al perro de la Biblia, el que siempre retorna a su vómito. No nos queda otra.

Conforme fui mejorando, gracias al trabajo, a los blogs de escritura y a los cursos que hice (sobre corrección y edición de textos), las cosas fueron llegando. 

Escribí un manuscrito, una novela bastante interesante sobre un médico que viaja a un pueblo de los Cárpatos, puede que algún día la revise y la reescriba, pero lleva unos ocho años terminada y desde que puse el último punto no la he vuelto a abrir, así que lo veo complicado. Sé que si la comparo con lo que escribo ahora, me echaré a llorar. No tiene nada de malo, simplemente es la obra de un niño.

Después llegaron muchos blogs. Escribía de todo, quería tener un blog como el Hell-A de Hank Moody, pero lo abandoné al tercer o cuarto post. Luego abrí uno sobre antropología, porque es lo que estudié, aguanté algunos meses, pero también terminé por abandonarlo. En esas estaba cuando terminé mi segundo manuscrito.

Si lo queréis saber, este manuscrito tampoco llegó a ningún lado. Lo revisé una y otra vez, pasó por mis manos al menos en tres ocasiones y otra más por las manos de mi pareja (que es un lince con las faltas de ortografía), pero nunca me atreví a enviarlo a ningún lado. Se quedó haciendo compañía al otro en mi disco duro.

Con estas estaba (y liado con la UNED… A mis años), cuando se me ocurrió montar Excentrya. Al principio era un cajón desastre, cada día publicaba una cosa distinta: vídeos chorra, un artículo furibundo, una reseña de un libro, la última película que había visto, una lista de imágenes graciosas, curiosidades sobre películas. Una locura, pero Excentrya tenía algo que los demás blogs no tuvieron, desde que nació tuvo alma; lo cuidé, le dediqué muchas horas, trabajé en su logo. Me enganchó.

Esta experiencia tan gamberra se fue asentando y poco a poco, todo el contenido fue virando hacia la escritura. Encontré mi voz y la usé, de esa forma Excentrya tenía dos cosas necesarias: alma y personalidad. Y así fui creciendo, pasando de un “.blogspot” a un dominio personal y más tarde a tener un alojamiento propio. 

Los colonos americanos decían: «build it and they’ll come». No es exactamente así, tienes que construirlo, sí, pero también tienes que trabajar en dejarlo bonito: un jardincito, una mano de pintura, unas cortinas chulas y un cartel de neón que pueda verse desde Marte. No os dejéis engañar por gurús, un blog lleva mucho trabajo.

Mientras estaba con esto escribí mi tercera novela, que en teoría era un relato para un concurso pero se alargó y terminó por ser algo más. De esto ya he hablado demasiado en todos lados, así que simplemente diré que metí la pata con la editorial que escogí y acabé pasando un pequeño via crucis. Entonaré el mea culpa, porque bien es verdad que pude haber elegido otra editorial o publicar por mi cuenta. 

Excentrya me abrió las puertas de muchas cosas, escribir cada día me llevó a mejorar como escritor y creador de contenido; gran parte de mi trabajo como copywriter y corrector me llega desde mi blog y, la mayoría de los que me conocen lo han hecho a través de él. Gracias a mi blog perdí el miedo a ser leído, si algo tengo que agradecerle es lo mucho que he crecido gracias a él.

Ahora tengo muchos proyectos, hace apenas unas semanas publiqué con Pulpture un relato, Viejas Huellas, que es sólo un preludio de lo que está por llegar, ¿os acordáis de la segunda novela que os he comentado? Pues verá la luz dentro de poco. Viejas Huellas es la antesala, una pincelada de lo que ocurrió en ese mundo antes de los hechos que narra la novela, es una perlita pequeñita y pulida con la que me gusta mucho jugar.

Trabajar con Pulpture me resulta especialmente gratificante, ellos confían en mí y muchas veces me empujan a ser creativo, me dejan explayarme y experimentar y eso me encanta. Con ellos he trabajado en su revista nº3 en la que publico otro relato y un artículo bastante extenso. 

Pero si hay algo que me gusta de Pulpture es mi columna Mala Sangre. Allí dejo cada semana un poquito de mala baba. Es donde puedo sacar mi lado más gamberro o gruñón y explayarme mentando a los muertos de los “hunos” y los otros, aunque algunos se tomen a mal lo que digo, lo hago para divertirme, además me suele importar entre una mierda y nada lo que digan de mí… Así que: ¡Hola, haters! Me vais a comer el... En fin, que ellos se divierten conmigo y yo me lo paso teta trabajando con ellos.

En estos momentos estoy trabajando en otra historia de terror que también aparecerá dentro de esa especie de ciclo que se ha inaugurado con Viejas Huellas. Es una historia de terror, aunque poco corriente, no te esperes fantasmas o asesinos al estilo Jason Voorhes, lo mío es otra cosa. 

Y hasta aquí mi parte Hyde, pronto conoceréis al Doctor Jeckyll que es un tipo menos divertido que yo, pero con más cabeza.




¿Qué os ha parecido?

¿Os han gustado sus palabras? ¿Le conocíais? ¿Seguís su web?

Seas escritor o lector, no dudes en descubrirle y estar muy atento a sus palabras, a sus consejos, son un placer para los sentidos. ¡Adoro esa chispa de locura e ingenio que posee!

¿Con ganas de descubrir su lado Jeckyll? 

¡Yo lo estoy deseando!

¡Un abrazo!