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miércoles, 20 de enero de 2016

DISFRAZAR LA REALIDAD AL ESCRIBIR


¡Queridos readers!

Seguro que alguna vez habréis escuchado que los escritores tendemos a vestir la ficción con fragmentos de nuestra realidad…¡y es verdad!

No hay mejor manera de transmitir que hablar de las cosas que conoces porque así puedes dotar de un magnetismo especial a lo que estás creando y el lector se sentirá a gusto entre tus páginas, se creerá lo que le estás contando. La coherencia ha de reinar ante todo aunque estemos frente a material de ficción.

Pero seguro que hay muy pocas personas que junten letras dispuestas a admitir que a veces también sucede lo contrario.

Porque aunque no lo parezca…

A veces llenamos nuestra realidad con dosis de ficción para hacerla más soportable. Por lo que ¡cuidado, amigos lectores! los escritores mentimos cuando escribimos pero a veces también contamos muchas verdades de forma oculta, que solo los ojos ávidos podrán descifrar.

Cuando escribimos queremos que las cosas sucedan como deseamos, o cómo los personajes nos permitan, pero lo que tenemos claro es que no son como la vida y su alocado vaivén quieren que sea, ni como las estrellas desean o cómo la muerte decida.

Cuando escribimos somos capaces de conseguir las metas más inalcanzables, tenemos unos poderes que muy pocos consiguen, viajamos a mundos que solo conocemos en guías de viajes o reportajes como si de verdad estuviéramos allí, regresamos a todos esos lugares que nos enamoraron una vez y que nos morimos por caminar de nuevo, pero también vestimos nuestra propia realidad y la disfrazamos con momentos pequeños. Con detalles y gestos, abrazos, besos, con personajes basados en esas personas a las que más hemos querido y que ya no están para que así sigan latiendo.

Porque cuando nos preguntan por qué escribimos siempre decimos lo mismo. Y no pretendáis mentir, lo hacemos. «Escribir es nuestra pasión, nos gusta inventar nuevos mundos, tener la mente ocupada con universos paralelos, y lo necesitamos para respirar. Porque escribir es lo único que somos» y todo eso es cierto. No estoy diciendo que no lo sea.

Sin embargo muy pocas veces somos capaces de gritar a los cuatros vientos que no solo lo hacemos para distraernos o porque sea nuestra pasión, sino que hay momentos en los que también escribimos para no volvernos locos. Para desahogarnos, para sacar toda la mierda que llevamos dentro, y para llenar esos silencios que nos duelen. Para sentirnos acompañados cuando nos encontramos solos y la música no es suficiente.

También escribimos para cambiar aquello que no nos gusta, para despojarnos de nuestros defectos y sentirnos perfectos aunque sea en el papel y por unos momentos, para que lo que nos hace daño nos duela un poco menos, para dotar de inmortalidad a los ángeles que se fueron y para que sigan existiendo en este mundo y así puedan tener una vida que se cortó demasiado deprisa. Para que otros latidos sigan acompañando los latidos de nuestros personajes, siendo con ellos como eran o no con nosotros en un intento de que cada vez que volvamos a lo escrito estén a nuestro lado también.

Porque a veces la oscuridad es tan grande que las pupilas no divisan con claridad y necesitamos esos fragmentos de ficción para hacer nuestra realidad mucho más llevadera.
Porque los escritores no sabemos hacer otra cosa que no sea vestir la ficción con esa realidad que nos abraza en algunos instantes y la realidad con esa ficción con la que soñamos.

De ese modo los personajes que creamos viven lo que nos gustaría vivir, sienten lo que nos gustaría sentir y tienen lo que anhelamos cuando la nostalgia nos abraza tan fuerte que no parecemos nosotros cuando nos observamos atentamente delante del espejo.

¡Lo admito! Disfrazo mi realidad con trozos de ficción para sentirme mejor, pero shhh, no se lo contéis a nadie. Si lo hacéis negaré haberlo confesado.

Y vosotros, ¿lo habéis hecho alguna vez?

Shhh, yo tampoco se lo contaré a nadie, ¡es un secreto!

Y es aquí cuando las palabras que escribimos dejan de ser solo palabras y se convierten en lo que los expertos llaman: escritura terapéutica.

Porque nos hemos liberado, porque hemos soñado sueños y los hemos conseguido, y nos hemos sentido bien con nosotros mismos. Las palabras escritas han conseguido aliviarnos, sacarnos una sonrisita tonta, un cosquilleo en la sangre y en el corazón, aunque después, cuando cerremos el portátil nos demos cuenta de que hay un vacío que sigue ahí.

Sin embargo ese vacío ya no es tan grande, se torna pequeñito, y entonces es hora de poner nuestras melodías favoritas a todo volumen y gritar, gritar con el puño en alto y con una sonrisa resplandeciente en la boca.

Porque a veces puede que la música no sea suficiente, pero cuando la música se une a la escritura, no hay nada que no se pueda soportar, porque al fin y al cabo: somos palabras.

Escribir es nuestra pasión, es lo que somos, lo que nos hace sentir vivos ¿verdad?

Soy una loca que no puede estar sin escribir y sin escuchar música, o sin hacer ambas cosas a la vez, aunque tenga los auriculares puestos y después mi heavy se ría de mí porque canto en inglés, grito en inglés, e intento tararear en suomi. ¡Culpa de Ensiferum, no mía! Que yo intento pronunciar, pero no me sale…¡me lo ponen muy difícil!

Aunque parezca que me he escapado del psiquiátrico, con la escritura y la música soy feliz. Disfrazo la ficción de realidad y mi propia realidad con ficción, no le hago daño a nadie, y yo no dejo de sonreír, por lo que todo lo demás no importa.

Vosotros, ¿creéis en la escritura terapéutica?

¿Escribir os ha ayudado alguna vez a sentiros mejor, a olvidar vuestros problemas, a hacer vuestros demonios más pequeñitos? 


¡Decidme que no estoy sola en esto! ¡Por favor! O pensaré de verdad que estoy loca…

Y por si os apetece leer una pequeña, pero gran, entrevista, en la que hablo justamente de esto, de disfrazar la realidad con ficción para complementar nuestro universo, echad un ojo a las maravillosas preguntas que me hace ANA NIETO en su blog Epidemia!

http://epidemias5second.blogspot.com.es/2016/01/inventamos-universos-para-completar.html

¡Un abrazo repleto de palabras! ¡Gracias por estar al otro al lado!