Se acaba el mes de junio. Se estrena Julio en el calendario y por ello llega también el Camp Nanowrimo. Sí, ese certamen literario que consiste en escribir muchas palabras al mes, unas 50.000 nada más y nada menos. Y como soy así de masoca y necesito centrarme en dos proyectos...
Pues un año más participaré a ver si de esa manera me pongo un poco las pilas o me estreso el doble.
¿Qué pasará? El tiempo lo dirá...
Lo que sí intentaré será estar menos en las redes y más frente a la hoja en blanco...
Por ello, os dejo para leer dos pequeños fragmentos, uno que nació gracias a una fotografía, y otro gracias a una frase de esas que escuecen.
Así tenéis ración doble de mis letras para leer con el café, con una cervecita o cuando os apetezca...
¡Espero que os guste! Si queréis...¡me contáis!
¡Un abrazoooo!
COORDENADAS
Márcame en la piel las coordenadas de tus besos para
encontrarlos en lo más hondo de mí cuando la soledad me abrace.
Márcame en la piel la saliva de tus deseos más oscuros y la promesa de que los cumplirás conmigo, solo conmigo.
Márcame en la piel todos los sueños que nos quedan mientras la eternidad nos quiera vivos.
Márcame en la piel todo lo que te apetezca decirme cuando no estemos juntos.
Márcame en la piel todos los caminos posibles que desprenden tus sonrisas en la lejanía.
Márcame en la piel todos tus gemidos y dime que eres mío.
Y yo te echaré de menos hasta que pueda perderme en tus brazos de nuevo.
Porque me siento tuya, aunque a veces no te tenga, y necesito que sigamos siendo uno.
Márcame en el alma las coordenadas de tus latidos.
~Rebeca Bañuelos~
Márcame en la piel la saliva de tus deseos más oscuros y la promesa de que los cumplirás conmigo, solo conmigo.
Márcame en la piel todos los sueños que nos quedan mientras la eternidad nos quiera vivos.
Márcame en la piel todo lo que te apetezca decirme cuando no estemos juntos.
Márcame en la piel todos los caminos posibles que desprenden tus sonrisas en la lejanía.
Márcame en la piel todos tus gemidos y dime que eres mío.
Y yo te echaré de menos hasta que pueda perderme en tus brazos de nuevo.
Porque me siento tuya, aunque a veces no te tenga, y necesito que sigamos siendo uno.
Márcame en el alma las coordenadas de tus latidos.
~Rebeca Bañuelos~
CICATRICES, HERIDAS, LÁGRIMAS, GRITOS…
“Hay cicatrices
que nadie las ve, heridas que no sangran, lágrimas que no mojan y gritos que no
hacen ruido”. -Escritos-
En el alma, encerradas a cal y canto, suspiran un montón de heridas que un día no dejaban de gritar sangre a borbotones.
Hoy las mantengo escondidas tras la huella de cicatrices invisibles que solo encontrarás si me miras a los ojos intentando rozar mi alma con tus pupilas, que permanecen ocultas tras la tinta de mis tatuajes.
Sé de muchas lágrimas que no mojaron mi rostro y que me ardieron en las venas más que las que derramé.
Porque una y mil noches grité, gemido a gemido de llanto desconsolado, y ni siquiera te diste cuenta.
Y eso me hizo la mujer que soy hoy.
Con cicatrices que nadie ve, con heridas que no sangran llamando la atención de los demás, con lágrimas que no dejan huellas de rímel negro en el rostro pero que surcan más que las olas del mar, con gritos desgarrados que nadie escuchará…
Pero que están ahí. Intermitentes. Esperando a que me deprima para hacerme caer y así elevarse fuertes.
Y eso me hizo la mujer que soy. Igual que a ti, que estás leyendo estás líneas y te estás sintiendo identificada. Igual que a ti, que estás perdido entre estas letras y sientes que hablo de ti.
Porque somos un conjunto de idas y venidas, de llegadas y de despedidas, de latidos desordenados, de suspiros entrecortados, de gemidos acallados, de llantos que no lloran y que solo a veces se precipitan, de besos regalados, conseguidos a deshora y murmurados en silencio, de abrazos infinitos que calman tempestades, de miradas que se recuerdan con los ojos cerrados al paso de una sonrisa.
Porque somos un conjunto de todo y algunos de nada. Porque a veces la vida duele, amarga, hiela los latidos y escarcha las palabras.
Pero al final la lluvia cesa, las tormentas paran y el sol vuelve a brillar con su peculiar incandescencia.
Quién no tenga cicatrices que diga la última palabra…
Pensamiento descoordinado, a las 19:42 horas de un 24 de Febrero.
Con cicatrices que nadie ve, con heridas que no sangran llamando la atención de los demás, con lágrimas que no dejan huellas de rímel negro en el rostro pero que surcan más que las olas del mar, con gritos desgarrados que nadie escuchará…
Pero que están ahí. Intermitentes. Esperando a que me deprima para hacerme caer y así elevarse fuertes.
Y eso me hizo la mujer que soy. Igual que a ti, que estás leyendo estás líneas y te estás sintiendo identificada. Igual que a ti, que estás perdido entre estas letras y sientes que hablo de ti.
Porque somos un conjunto de idas y venidas, de llegadas y de despedidas, de latidos desordenados, de suspiros entrecortados, de gemidos acallados, de llantos que no lloran y que solo a veces se precipitan, de besos regalados, conseguidos a deshora y murmurados en silencio, de abrazos infinitos que calman tempestades, de miradas que se recuerdan con los ojos cerrados al paso de una sonrisa.
Porque somos un conjunto de todo y algunos de nada. Porque a veces la vida duele, amarga, hiela los latidos y escarcha las palabras.
Pero al final la lluvia cesa, las tormentas paran y el sol vuelve a brillar con su peculiar incandescencia.
Quién no tenga cicatrices que diga la última palabra…
Pensamiento descoordinado, a las 19:42 horas de un 24 de Febrero.
~Rebeca Bañuelos~