¡Queridos readers!
Estoy en periodo de reconstrucción, mi corazón necesita mimos después de los últimos acontecimientos, por lo que ni Nanowrimo ni nada de nada. Ahora solo importo yo. Pero tranquilos, la Beka escritora seguirá dando la chapa en cuanto se reponga.
Os dejo un nuevo fragmento, creado en estos momentos, para escupir eso que llevo dentro y que intenta marchitarme. Vaciarme en palabras es mi forma de sanar las heridas, de hacer terapia. Y hasta que no me compre o adopte un gato (un sueño que cumpliré pronto junto a mi peluche de unicornio) que me ronronee, me acompañe y me da paz, la hoja en blanco es mi tabla de salvación.
¡Espero que os guste! Corto pero intenso. :p
VOLVER A BRILLAR
Cuando la venda se cae de los ojos, ya no hay nada que
pueda recomponer el corazón. Cansado y sin fuerzas toma la decisión de decir
adiós. Da un portazo, cierra ventanas y no mira atrás. Aunque duela. El dolor
no dura para siempre, y el sufrimiento es opcional como ya nos dijo Buda.
Y no soy de las que se rinde. Soy una mujer nueva y no
me doy por vencida. No existen muros que no pueda destrozar a puñetazos, aunque tiemble, aunque mis fuerzas mermen.
Hay despedidas que son para siempre. Al menos las que
pronuncia mi voz.
Llevo sangre rebelde en mis venas. Y esa sangre roja late ferviente,
me guía en los pasos que he dado y lo hará en los inciertos que me
están esperando. Mis ángeles siempre están pendientes y alerta.
Puede que me caiga de nuevo, puede que sufra, que llore,
o que no deje de sonreír ni un solo día, depende de lo que el destino me tenga preparado; pero sé que podré con ello. Porque,
aunque a veces me sienta pequeñita, sé que en el fondo soy una auténtica guerrera.
Y tengo amigos, ángeles en la tierra, que siempre me
lo recuerdan cuando se me olvida, cuando dudo, cuando titubeo. (Gracias, vosotros sabéis quiénes sois).
Sin cadenas. Sin miedo. Con mariposas en el estómago
por la incertidumbre del futuro que está por llegar. Con ilusión por empezar un
nuevo camino. Sin reglas, sin imposiciones, disfrutando de cada palabra, de
cada suspiro, de cada abrazo de la naturaleza.
Tengo que volver a brillar.
Mi corazón se merece una nueva oportunidad de vivir
todo lo que no ha vivido, de sentir lo que no ha sentido, de experimentar lo
que no ha conocido.
Me quedan muchas sonrisas por mostrar. Aunque ahora no
resplandezcan tanto, sé que volveré a brillar como lo hacía antes e incluso
mucho más. Mucho, mucho más.
Nunca permitáis que vuestro brillo pierda incandescencia.
Nunca permitáis que os roben vuestra propia libertad.