Esta semana quería comenzar este artículo con una encuesta
sobre qué os gustaría encontrar en el
blog. Sabéis que me gustan los desvaríos literarios, y que intento siempre
darle mi toque especial a las distintas fases de todo proceso de escritura,
pero a veces la mente anda más dispersa y me bloqueo, y no sé sobre qué hablar.
Por lo que a todos aquellos que me leéis y que siempre comentáis, a los que
leéis y no os atrevéis a hacerlo o no dejáis vuestro comentario por las prisas,
me gustaría lanzaros esta pregunta con la esperanza de conseguir respuesta:
¿De qué os gustaría que hablase en mis desvaríos literarios?
Dicho esto…
Regreso con un nuevo desvarío: Las voces narradoras.
Es una de las cosas más importantes, desde el punto
de vista tanto de todo escritor como de
todo profesor de escritura creativa.
Para que nuestra historia llegue al lector de la
mejor manera, tendremos que cuidar esta voz narradora como si realmente fuese
un personaje protagonista de nuestra obra, porque es gracias a él que nuestras
palabras van a calar más o menos en el corazón del lector. Si la voz narradora
falla…el mensaje pierde efecto y todo se va al traste. Y eso no es lo que
deseamos ¿verdad?
Hay diferentes tipos de voces narradoras, y no seré
yo quien os recuerde la teoría. Si queréis podéis echar un vistazo a este artículo de mi amigo Viktor Valles, que lo explica muy bien. Sino, seguro que
tenéis algún libro de escritura creativa, alguna guía para escritores en la que
os hablan largo y tendido sobre el tema, hasta incluso en Google podréis
encontrar imágenes o pdf’s gratuitos en los que os detallen lo más importante
de cada una de las existentes.
Yo os quiero contar mi experiencia con las voces
narradoras desde mi punto de vista de humilde creadora de palabras.
Desde que comencé a escribir, allá por el año 1998,
siempre solía guiarme, tanto para los pésimos poemas que escribía como para los
relatos que ahora mismo me producen vergüenza (reconocerlo, todos tenemos una carpeta con
escritos antiguos cerrada bajo llave que no enseñaremos sin ser obligados,
jamás! Never!) la primera persona. Todas mis creaciones eran muy
narcisistas, muy sentimentales y con una oscuridad que quería plasmar por encima
de todo. Así resultaba ello: muy delirante.
Con el tiempo fui mudando de piel, porque dicen que
a medida que uno escribe nuevas palabras, se va haciendo más escritor, que es
un proceso que necesita tiempo. Y sí, es cierto, pero también a medida que uno
sale de su mundo cotidiano, viaja a otros países, conoce distintas culturas,
lee y vuelve a leer, y devora un libro, y después otro, y otro más. Sin dejar
de escribir en ningún momento, claro está.
Esa individualidad que me caracterizaba, ese arranque continuo de
narcisismo, fue desapareciendo para dejar de ser la protagonista de todos los
relatos que escribía y que escribo, y dar paso y vida a nuevos personajes, a
nuevas voces que tenían mucho que contar, que puede que tengan más o menos de
mí, sí, pero que ya no son yo.
Y he descubierto que me encanta, que me fascina y me vuelve totalmente crazy, crear desde cero personajes con
su físico, sus tatuajes, sus cortes de pelo y sus tintes extravagantes, con sus
características emocionales y sus ideas delirantes.
A día de hoy, de esas historias que me vuelven loca
y que estoy intentando plasmar en papel, me gusta mucho jugar con el narrador omnisciente, ese que
todo lo sabe, que todo lo ve, e incluso voy más allá y le permito que juzgue.
¡Me gusta eso!
También hay relatos u obras en los que la voz
narradora es un protagonista, pero creo que da mucho más juego un narrador
omnisciente porque puede dar un sentido muy distinto al conjunto de la obra,
porque puede completar la narración con infinidad de elementos de los que el
protagonista no podría ser consciente si queremos que nuestra historia
desprenda credibilidad.
Dejé a un lado el narrador protagonista para cruzar
límites, para explorar nuevos caminos, y así no solo madurar yo misma como
escritora sino para no limitarme. Son muy sorprendentes las palabras que
podemos llegar a crear cuando salimos de nuestra zona de confort.
Para aquellos que hayan leído mi última obra, Susurros en
Sachsenhausen, publicada en Amazon; puede que lo que esté contando
les parezca una milonga, ya que muchos me han dicho que al leerla se han
encontrado con que la protagonista era muy yo.
Sí, lo sé, pero eso era una cuenta pendiente, y no
es Saoirse la que habla, la que dirige la narración. Saoirse solo experimenta.
¿Una cuenta pendiente?
Sí. ¡Aquí va un gran
secreto!
Hace años, frente a un ataúd, hice una promesa. Como
esa promesa no la pude cumplir con mi anterior obra finalizada “Sangre Rebelde”, porque la muerte fue más rápida y no
me dio tiempo a trabajar ni a documentarme como a mí me hubiera gustado, esta
vez sí que la cumplí.
Hay datos dentro de la novela que dejan entrever
parte de mi sangre, de mis antepasados, y por ello no solo la protagonista de
mi novela tiene mucho de mí y de otras personas, sino que además junto a un
narrador omnisciente aparece un narrador diferente,
como portavoz de dos personas más.
Ese narrador tan especial, ese ángel
que habla, es mi padre, y fue la manera que yo tuve de que la
historia que quería contar no solo fuese algo muy mío, muy personal, por ser mi
primera historia publicada, mi sueño hecho realidad, sino que en parte fuese un
homenaje a lo que él me transmitió en vida, que llevase una gran parte de él
derramada en forma de sangre rebelde sobre el papel, de lo que él fue y que en
una parte muy profunda de mí, sigue siendo. Fue mi manera de dotarle una chispa
de inmortalidad. Y así, cuando alguien lea Susurros, y conozca y descubra esa
voz, él hablará, él seguirá aquí.
Sí, sé que ahora mismo muchos pensaréis que estoy
totalmente loca, pero ¡bendita locura! Lo feliz que me hace pensar así, sentir
así…
Por lo que aunque escribamos historias
cuyas voces narradoras sean omniscientes, podemos jugar con un montón de
posibilidades. Gotas de lluvia, estrellas, ángeles, fantasmas, otras formas de
vida que nos observan, una mirada indiscreta, sombras que nos persiguen…
Todo lo que podamos imaginar y crear para dar un
toque de originalidad a lo que tenemos entre manos, a esas palabras que nacen
desde el corazón y que durante la escritura nos roban la atención
completamente.
En el borrador que nació del Camp Nanowrimo de Abril y que hace poco he dado por finalizado, hay
una voz narradora inquietante: ciertos lazos de color rojo.
En mi nueva locura también habrá un narrador omnisciente,
loco y especial, pero llevarán el peso de la narración los protagonistas por
esas ganas que me sacuden a veces de cambiar un poco de registro y hacerlo
distinto.
¿Y vosotros? ¿En qué voz narradora os encontráis más
a gusto? ¿Con qué os gusta jugar a la hora de contar?
¡Soy toda ojitos!
Y me despido, recordándoos la encuesta del primer
párrafo. ¿Qué os gustaría encontrar en mis desvaríos literarios?
¡Un abrazo y gracias por leer!
Me gustan sobre todo el narrador omnisciente y también el subjetivo. No me gusta tanto la primera persona y menos para escribir, no me siento cómoda. Pero está claro que cada historia tiene su voz. Me gustó mucho en Susurros esa voz plural que se refería con tanto cariño a Saoirse <3 <3 <3 y me parece muy emocionante lo que cuentas de Sangre rebelde.
ResponderEliminarY en cuanto a tema, es difícil... soy mala para estas cosas, qué te parece instinto versus comercialidad??? Escribir sobre lo que más nos atrae o sobre lo que puede que venda más, tratar de combinar ambas cosas... ;) en realidad cualquier tema está bien, porque siempre hablamos de lo que nos gusta :))) Besos!!!
¡Lo sabía! Ya sabes que me parece que Susurros es muy muy tú, te dije que me pareció escrita con sangre de tu propio corazón.
ResponderEliminarA mí me gusta sobre todo el omnisciente, el que cuenta la historia y lo sabe todo, me encanta, sobre todo si es un personaje recordando :D
Omniscente, sin duda. Como tú dices, da mucho juego. Y le estoy tomando cariño al narrador omniscente que cuenta las cosas desde el punto de vista de un personaje en cada escena. Es muy propio de la romántica y no sé si tiene un nombre (tendré que leer el artículo de Viktor). Me costó pillarle el tranquillo y a veces aún se me escapa, pero ya iré mejorando.
ResponderEliminarY respecto a temas para tus artículos... No lo sé, habla de lo que te pida el cuerpo. Cuéntanos tus experiencias por Irlanda, por ejemplo, o esas leyendas celtas que te fascinan, o háblanos de la música que te gusta o de cualquier locura que se te ocurra, como aquel pendrive para guardar las imágenes del cerebro y luego poder escrbirlas (lo quieroooooo). Mientras nos lo cuentes con ganas y a tu manera, valdrá la pena leelo. Un besote!