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miércoles, 25 de noviembre de 2015

ESE VERTIGO QUE TE SACUDE…


…el estómago cuando todo cobra sentido y tu proyecto va creciendo…

¡Queridos lectores!

Tras la entrada anterior un poco fatalista, en la que estaba atascada y muy agobiada en mi meta diaria del Nanowrimo November porque participaba con una historia que no era mi género habitual y tenía mucho miedo de no poder avanzar, deciros que de momento voy al día y con unas 1.161 palabritas más a fecha de estos momentos en los que escribo este desvarío.

Al final la música que me apasiona siempre acaba dándome el ritmo que necesito para empujarme y seguir avanzando hacia mis sueños. Me puse AMON AMARTH y ENSIFERUM en el reproductor, y la magia apareció. Las musas hablaron y ahora estoy en ese momento del proyecto, por las 41.161 palabras, en el que la historia va naciendo sola, los personajes hablan cuando no deben y tengo que reescribir sobre la marcha el guión que tenía prefijado.

Y no estoy nerviosa, ni atascada, ni estresada, aunque tenga que cambiar muchas cosas, porque cuando los personajes se salen de esas reglas que habías marcado antes de comenzar a escribir, en esa fase de documentación y preparación previa, es porque la cosa va por buen camino y todo fluye con la magia que debería.

Ahora estoy en ese momento en el que una sensación de vértigo me está sacudiendo de lleno en el estómago, me río un montón con las contestaciones entre mis personajes, lloro con ellos cuando recuerdan o viven situaciones duras, y esa sensación es tan indescriptible como maravillosa, y solo aquellos que también os dediquéis a esto de crear palabras, podréis entenderme.

Esa sensación de vértigo, de divina locura, de magia que se derrama mientras pulsamos las teclas y que intenta elevarse durante unos segundos, a nuestro alrededor, como polvo de estrellas. Son esos granitos de purpurina bailarines lo que realmente nos ayuda a descifrar si vamos por dónde teníamos que caminar, si nuestros sueños están parados o comienzan a resurgir de sus propias cenizas.

Creo que ya lo he dicho más veces, mis primeros relatos eran muy intimistas, escribía sobre mis sentimientos, mis estados de ánimo, sobre los pensamientos y locuras que bombardeaban mi cerebro en el momento en el que me enfrentaba al archivo de Word en blanco, por lo que obras de estas dimensiones eran imposibles e impensables para mí, y por ello, cuando comencé a escribir otro tipo de relatos o historias, aunque tenía soltura en las descripciones de sentimientos, los diálogos se me daban fatal. 

Los diálogos son una parte de la elaboración de historias a la que me enfrento con cierto pánico. Sin embargo cuando ruedan solos, cuando no tengo que pensarlos, cuando nacen bajo mis manos al pulso acelerado de las teclas, me siento orgullosa. Aunque después sean una mierda cuando pasan por las manos de profesionales, yo me siento en el momento en el que los creo: la reina de mi propio mundo.

Así que así estoy ahora. Sentada en la silla, con mi buzo de los Minios súper calentito, escribiendo a toda pastilla, sintiéndome una pequeña reina que lo mismo ríe, que llora, y todo por culpa de mis personajes, claro está, intentando por todos los medios que todo vuelva a cuadrar dentro de la trama, planeando nuevos giros, elaborando nuevos esquemas…

Con ilusión, con esperanza de conseguir llegar a dónde quiero llegar. Al punto y final. 

¿Pero sabéis que es lo mejor de todo? 

Que llevo 41.000 palabras escritas, unas 120 páginas a interlineado 1’5, y aún no llevo ni la mitad de la historia. Sé que después de poner el punto y final, le meteré mucha mitología, muchas descripciones, le daré un lavado de cara muy distinto al matiz que está tomando ahora, y eso es…

Bufff…

¿Sentís el vértigo?

¡Yo lo estoy sintiendo otra vez!

Pues eso…que estoy sorprendiéndome a mí misma por primera vez en mucho tiempo de lo que puedo llegar a imaginar, a crear, a escribir.

Desde mi proyecto Camp Nanowrimo de mi novela ubicada en Irlanda no lo sentía.

¡Contenta es poco, queridos lectores!

Y sí, si imagináis que estoy con el UNSUNG HEROES de mis amados ENSIFERUM en el reproductor, en bucle, ¡acertáis! Es por sí las musas se intentan escapar o por si las fuerzas me flaquean, que no quiero perder de vista el horizonte.

Los sueños están para luchar por ellos.

Y vosotros, escritores, ¿cómo os sentís cuando vuestras historias cobran la vida que soñabais para ellas, cuando todo va por el camino que debería de ir? 

¿Sentís ese vértigo que se convierte en aleteo de mariposas en el estómago? ¿Ese cosquilleo en el pecho que te impide respirar con normalidad? 

Nanowrimers, ¿lo estáis sintiendo al escribir vuestras historias? Aunque muchos digan que prima la cantidad de palabras frente a la calidad de lo escrito, yo sé que no es cierto…

¡Contadme!

Yo voy a seguir escribiendo, riendo, llorando, cantando, llorando otra vez, y disfrutando con esos personajillos y ese mundo que tan solo existe en mi cabeza…

Pero como dice una imagen en internet que he colgado por mis redes ayer:

DON’T PANIC. I’M NOT CRAZY. I’M A WRITER…

Porque en estos momentos en los que todo fluye y mi historia crece, es cuando me siento escritora de verdad. Y como dice otra imagen (hay tantas de frases para, y de, escritores):

I’M A WRITER! This means I live in a crazy fantasy world with unrealistic expectations! Thank you for understanding…

Y en estos tiempos que corren, tal y como está el mundo de cruel y de caótico, necesito más que nunca viajar a mis mundos ficticios, sumergirme de lleno en ellos para olvidar todo aquello que aunque no quiera, me quiebra, (seré demasiado sensible…) y como dice la canción de Amaral (si, el único pop-rock español que le permito a mis venas metaleras):

Hazme subir para respirar
el Oxígeno líquido en tus labios.

Quiero dormir para despertar
en un universo paralelo
un refugio en otra dimensión.

Llévame muy lejos,
borra todos mis recuerdos,
de este país sin corazón…


País sin corazón, mundo sin corazón…Estaréis de acuerdo conmigo en que a veces es mejor soñar y perderse en esas locas realidades que nuestra cabeza imagina y nuestras manos transcriben…que encender el televisor y sentirse derrotado.

¡Un abrazo!

Y gracias por leer, por comentar, por estar siempre a mi lado, ayudando a que no me encuentre tan sola dentro de esta pecera mágica.

¡Hasta la próxima semana!

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