En estos momentos estoy inmersa en una nueva edición del certamen Nanowrimo, y antes de ponerme a escribir a toda pastilla (llevo día y medio de retraso), quería dejaros este artículo que ya tenía preparado en el que me da por reflexionar sobre esas palabras que nacen del horror.
Palabras que nacen al experimentar y descubrir con todos los sentidos alerta, al divagar sobre lo que pudieron sentir esas personas. Palabras, en definitiva, que cobran vida al conocer ciertos pasajes de la Historia acontecida.
¿Habéis pensado alguna vez en esas palabras que
nacen al compás del horror?
¿Por qué será que cuando experimentamos algo que nos
duele, las musas de la inspiración hablan más claramente?
¿Por qué nos es más fácil ponernos en la piel de
unos personajes cuando estos sufren? ¿Por qué nuestras manos transcriben más
rápido? ¿Por qué nuestra mente vuela entre diversas imágenes que aparecen en
nuestras retinas sin pedir permiso?
Estos, y muchos más, fueron los interrogantes que me
bombardearon el corazón de vuelta de nuestra visita a Auschwitz y
Auschwitz-Bikernau.
Desde que supe que viajaría a Polonia tuve claro que
algún día crearía una segunda parte para Susurros
en Sachsenhausen, relacionada con mi visita al campo, en la que los
protagonistas de esos Susurros volviesen a reflexionar al caminar. No sé cuándo
me pondré a ello, solo sé que algún día necesitaré escribirlo todo para sacar
esas impactantes imágenes de mi mente y encontrar el alivio que origina el
haberse desahogado, el haber dicho lo que el corazón sintió al balancearse entre
tanta oscura atrocidad.
Soy una persona a la que le gusta leer obras de
género romántico, me declaro fan tanto de películas como de novelas de este
tipo y puede que al admitirlo se os caiga el mito de la valkiria-death metalera
que muchos tenéis de mí, pero es que por alguna extraña razón necesito finales
felices en vena.
Puedo devorar un libro en cuestión de unas horas.
Sin embargo como escritora me cuesta menos escribir escenas
descriptivas, sentimientos y pensamientos en los que los protagonistas están
tristes, melancólicos o afligidos, incluso sienten dolor por alguna causa como
recordar la cruel historia acontecida, que escribir escenas de máxima
felicidad.
Me cuestan las escenas repletas de sonrisas, dulzura
y rayos del sol. No acabo de sentirme cómoda.
Tengo varios proyectos en mente, empezados y a medio
escribir, dos finalizados a falta de una profunda revisión y seguro que muchos
cambios, de género romántico. Y sin embargo el número de relatos tristes,
suicidas, gores, oscuros y sobre
parte de una historia del mundo que recuerda la crueldad del ser humano, es
mayor y están finalizados.
¿A qué se debe esta fuerza para acabar este tipo de
proyectos?
¿Será esa necesidad de desahogarse?
¿Por qué no me falla la inspiración en esos casos?
¿Seré rara? ¿Tendrá mi subconsciente tendencia al
drama?
¿Será que en esos momentos en los que me pongo a
escribir sobre determinados asuntos
siento que escribo para dar cuerda a otras voces que no son la mía, que
necesito ser portavoz de sentimientos de incomprensión para aliviarme?
No sé el motivo por el cual cuando hay denuncia
social termino mis proyectos, y cuando son escenas edulcoradas se me resisten.
Esto ha sido motivo de conversación privada con mi sweetheart zamorana alguna que otra vez.
El caso es que creo que las palabras que nacen del
horror son más inmediatas, más necesarias, más crudas y por ello, al sentir
más, al dolerme en el alma mis pensamientos como si me estarían rajando con
navajas por dentro, salen a flote con tanta fuerza que acaban teniendo vida
propia, sin ataduras.
No sé si os habrá pasado a vosotros alguna vez.
Pero cuando siento un canturreo agónico en la
sangre, un escozor en los ojos al borde de las lágrimas, un tintineo en la piel
que comienza a abrirme en canal, entonces todo fluye.
El horror se destapa y mis palabras cobran vida, y
sí, consigo poner el punto y final.
Es, en esos momentos, cuando me siento escritora de
verdad, cuando mi yo escritor encuentra la verdadera razón de su existencia.
¿Habéis escrito algún proyecto nacido del horror?
¿Os ha pasado alguna vez sentiros así?
¡Contadme!
¡Un abrazo!
P.D: Me voy a la Batcueva, a ponerme a escribir hasta que me salga humo por las orejas y mis dedos se caigan a trocitos. xD
Y por si os apaetece leer mi nuevo relato creado por Samhain, aquí os dejo el enlace a Wattpad:
¿Trick or treat?
Yo tmpoco lo llevo al día ¿y qué? lo importante es sentir, como tú bien dices, y el sentimiento se hace palabra y crea mundos ;) En mi caso escribo desde el dolor y la alegría, no sé cómo expresarlo, meto todo lo que tengo dentro y así es como menos me cuesta, exorcizo mis demonios ;) a veces con risas, otras con suspense... pero lo que importa es que fluya, sí, así que vete a darle a las teclas y saca el horror 'Ah, el horror! que decía Conrad ;) que estoy deseando viajar contigo a Polonia. a través de tu corazón, digo de tus palabras ;)
ResponderEliminarXXX OOO XXX