CUANDO ALGO HACE "CLIC" EN TU INTERIOR

¡Queridos readers!

Lo primero de todo quiero daros las gracias por leer mi historia RAVENS.Tengo la idea de juntar todos los fragmentos en una publicación de Issuu, para que podáis disfrutar de la historia del tirón, pero no os prometo una fecha. xD

Gracias por acompañarme cada miércoles, por vuestros comentarios en las redes y vuestros ánimos.

Para aquellos que queríais que llegase a su final para no leerla a trozos, que sepáis, si estáis leyendo esto, (my bromance, esto va por ti) que espero vuestros comentarios. 

Y dicho esto...

¡REGRESO A MIS DESVARIOS! 

¡A esos artículos sin pies ni cabeza tan míos!

Hoy quiero hablaros de esa sensación que sentimos cuando algo dentro de nuestro interior hace “clic” y ya no nos conformamos con cómo éramos antes y por consecuencia para aquellos a los que nos gusta juntar letras: con cómo escribíamos antes.

¿Os ha pasado alguna vez, writers?

¿Habéis sentido ese clic dentro del corazón indicándoos que se avecinan cambios?

¿Estar escribiendo una historia y sentir dentro de las venas que no es la historia que queréis escribir? ¿Qué ya no os llena como cuando la comenzasteis?

Cuando crecemos y mutamos, no solo de piel sino también en esa parte de nuestra alma que avanza hacia delante, tenemos nuevas necesidades.

Llega el momento en el que ansiamos más. Ya no nos conformamos con las mismas cosas que antes nos gustaban o nos llenaban, y a la vez nos exigimos más a nosotros mismos. 

Cuando nos sentimos más fuertes, sabemos que podemos enfrentarnos a cualquier obstáculo y por ello deseamos cambiar también nuestra forma de escribir, por eso de no acostumbrarnos a los mismos géneros, ni a los mismos tipos de personajes o historias.

Por eso de no echar la vista atrás y recordar los protagonistas de nuestras aventuras y sentir que son demasiado parecidos entre sí y que solo tienen diferencias en los nombres y en las apariencias físicas, pero que al final el sentido de la trama es el mismo.

Recientemente, y gracias a un nuevo estilo de vida y a un arte marcial, no soy la misma persona que meses atrás, o al menos yo no me siento igual. Cuando me miro al espejo me siento distinta. Aunque a algunas personas les parezca que son cambios pequeñitos, para mí son cambios de gigante. No solo tengo menos complejos, sino que además percibo que una parte de mí es mucho más fuerte, mucho más alegre.

Por ello, las ideas que aguardaban su turno para nacer dentro de mi carpeta, ya no me motivan lo suficiente. Las releo para intentar cuadrarlas y comenzar a trabajar con ellas y siento que les falta algo.

Y este es uno de los motivos por los que hay proyectos a medio escribir, historias que comienzo y que no avanzan a la velocidad que me gustaría que lo hicieran. Trayendo como consecuencia que no soy capaz de conseguir los retos que antes sí conseguía. Como llegar a las 50.000 palabras del Camp Nanowrimo.

Por mucho que quieras escribir, cuando pierdes el interés por lo que estás escribiendo, cuando no consigues que la trama te cuadre como quieres, cuando sientes que le falta ese algo que lo hace especial, cuando no consigues personajes que te dejen sin aliento, no puedes avanzar. 

Acabas borrando una y otra vez lo que llevas escrito, te estancas durante minutos en el mismo párrafo, y así es imposible que ninguna idea cobre vida. Así jamás podrás conseguir que aquello que puebla tu cabeza se convierta en un nuevo manuscrito.

Da pena ver cómo aquellas historias que te parecían geniales dejan de parecértelo. Porque en el fondo son una parte de ti misma, son personajes que han acompañado tus pensamientos melancólicos durante mucho tiempo, que han vivido a tu lado esperando su momento, que han emborronado libretas. 

Pero ya no te susurran de la misma manera, no gritan con la misma intensidad. Y si no hay voces ni gritos que traspasar al papel no hay nuevos universos paralelos que crear. Esa es la cruda realidad. 

Es muy frustrante cuando ni tú misma conectas con lo que estás escribiendo porque te hace replantearte muchas cosas. Cuando no te sientes cómoda, cuando las palabras no salen. Te quedas en blanco. Pero es de sabios darse cuenta de esa clase de sentimientos, no ahogarse en el bloqueo y cambiar el chip.

Y me he prometido a mí misma que no voy a tener miedo a no empatizar con esas antiguas historias. Tampoco voy a tirarlas a la basura ni a borrar los archivos del ordenador porque nunca sabes para qué las puedes llegar a utilizar ni cuándo. La vida da muchas vueltas.

Sin embargo, lo que si tengo claro es que le doy la bienvenida a esta nueva Rebeca, y a esas nuevas ideas que ya comienzan a gritar bajito, pero que pronto gritarán con todas sus fuerzas. Siempre ha sido así.

Nuevos personajes que me susurran su pasado, que me gritan cuánto quieren cambiar, nacer, crecer espiritualmente, conocerse.

Porque no hay sequía literaria, ¡no temáis! No hay silencios, sino cambio de perspectiva. Y sé que estos nuevos sentimientos nacen por algo. Que toda existencia se basa en ciclos circulares (mi lado celta puede más que todo), y que esas antiguas historias tienen que quedarse paradas para que otras puedan rodar. Más acorde con lo que siento en estos instantes.

Sin dramatismos, sin miedos, sin comerse la cabeza más de lo debido. Perder el interés en nuestros propios personajes, a veces sucede. Y no hay que anclarse, sino dejarlos flotar. Como alguien me dijo una vez hay que dejar fluir el flow. Y que las cosas sucedan como tienen que suceder.

Así que, cuando sintáis que algo hace clic en vuestro interior, no tengáis miedo a cambiar, no tengáis miedo a que las historias que tenéis entre manos ya no brillen de la misma manera, porque eso significará que tras esa puerta cerrada se os abrirá otra más interesante.

Y sí, gracias a ese clic, me estoy pasando los últimos días buscando imágenes inspiradoras, viendo videos y buscando en páginas más o menos especializadas, apuntando nuevas letras en una libreta.
Así es la vida, a veces cuando menos te lo esperas te sorprende. 

Y aquello que te ayuda a evadirte de tu rutina diaria, no solo te da fuerzas para sonreír, no solo te provoca un mono tremendo por el que suplicas que pasen rápido los fines de semana…sino que te cambia el cuerpo y la mente y a la vez cambia a ese yo escritor que te hace ser quién eres y le susurra nuevas palabras, nuevas historias, caminos que nunca imaginaste.

Y vosotros ¿cuántos clics habéis sentido como escritores?

¡Contadme!

¡Un abrazo!

1 comentario :

  1. A mí me ha pasado muchísimas veces, tantas como manuscritos comenzados y sin desenlaces tengo en mi cajón.

    Soy de las que opina que no debes obligarte a nada, y menos cuando no es tu trabajo y lo haces como algo de lo que disfrutar. No le veo el sentido a pasar agobios con algo que haces por amor.
    Sin embargo, a fuerza de experiencia, he comprobado que el interés suelo perderlo cuando tengo que comenzar a desengranar las tramas iniciadas y me sube un perezón enorme porque ya no tengo que ser tan creativa sino más estratega e intelectual para que todo case donde debe y dejar lo menos posible a explicaciones por azar.

    Por eso me obligo a continuar y adoctrinar un poquito mi constancia, porque cuando veo el resultado final me siento con ganas de gritar "soy el rey del mundo" como los de Titanic. Aunque el mundo no lo sepa, cuando termino lo que considero un gran reto, me siento así.

    Además de esos momentos, los clics que mencionas me ocurren con frecuencia cuando empiezo relatos o historias muy intimistas con cargas emocionales grandes. Es difícil evocar el sentimiento de traición cuando estás en plena alegría porque acabas de descubrir que tienes nuevas habilidades. O sumirte en la tristeza cuando lo que te apetece es hacer coronas de margaritas (cosa que hago muy a menudo, lo reconozco). Por eso antes de meterse una novela o relato muy largo hay que ser muy cuidadoso con el registro de escritura que se elije... Aún tengo esa asignatura pendiente jejeje.

    Un abrazo preciosa y ánimo con esa nueva etapa. Eres imparable (por cierto, yo siempre lo supe :P)

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