En la entrada anterior os hablaba del vestuario de
los personajes, de la ropa que como autores decidimos para decorarlos o
hacerlos, a momentos, más vistosos.
Esta vez me apetecía hablar de algo mucho más
importante y a la vez más complicado que el vestuario.
La elección del nombre.
Creo que es junto al título de nuestra obra, y la
elaboración de diálogos y sinopsis final, lo que más nos cuesta a todos los
autores. Encontrar el nombre perfecto para nuestros retoños literarios. Tendría
que hacer una encuesta, pero estoy casi segura de que muchos coincidiríamos.
Vosotros me diréis si me equivoco.
No sé para vosotros, pero para mí no es algo
trivial. No me gustan los nombres normales y corrientes. Quizá sea un poco
rebuscada y rara, sin embargo me gusta hallar nombres poco escuchados o con
significados muy claros para los personajes que creo.
Me gusta incluso que sean nombres que cuesten pronunciar
sus silabas correctamente, porque tienden a meterse más en la retina del lector
al tener que tomarse su tiempo para pronunciarlo adecuadamente. Incluso quien
sabe, el mismo lector cansado de no dar con la pronunciación exacta se busque
un apodo o diminutivo para recordarlo, y ahí tenemos de nuevo esa inmortalidad
que nos gusta tanto a los juntadores de letras.
Seguro que en otros posts, me habéis leído decir que
me gusta elegir el nombre según el lugar de nacimiento.
Hay muchas páginas donde encontrar nombres para futuros
personajes. Aunque las webs donde aparecen sean llamadas como todopapas, mi
bebeyyo, y cosas así, dónde encontrar nombres para tus futuros hijos. Sé que
puede parecer raro, y que no tenga nada que ver con la rutina literaria, pero,
al fin y al cabo, los personajes que creamos no dejan de ser como nuestros
bebés y en esas páginas he encontrado realmente muchas maravillas.
La otra opción es darle al google y poner “nombre
que signifique “x””·, y poner esa cualidad especial que queramos destacar de
nuestro bebé.
Si el personaje es de origen celta me gusta buscar
el significado de los nombres escoceses o irlandeses, porque tienen una magia
especial que los envuelve.
Si quiero que mi personaje tenga ciertas cualidades
que remarcar durante la narración, busco en google nombres que signifiquen esa
cualidad.
Por poner un ejemplo:
Para mi novela: Susurros
en Sachsenhausen, quería una protagonista cuyo nombre significase rebeldía,
lucha o libertad, algo que mostrase su alma guerrera, y como era originaria de las
tierras del norte de España, de ascendencia celta, necesitaba un nombre de origen
gaélico. Después de mucho buscar, encontré el nombre perfecto: Saoirse.
Saoirse, pronunciado: sir-sha, tiene origen gaélico-irlandés
y su significado es justamente lo que yo quería: Libertad.
Si mi personaje es de Cantabria, busco nombres
dentro de la mitología cántabra. Si es sueco, nombres suecos, si es escocés,
nombre escocés. Y al poder ser que siente sus bases en algún fragmento de su
carácter, de ese algo que les hace especial, de ese algo que moverá la trama.
Por lo que al origen hay que sumarles ciertas cualidades y aquí es donde la
cosa se complica un poco.
La verdad es que me gusta jugar con ese origen, con la
nacionalidad, y darle así un toque especial. Por lo que me tomo bastante tiempo
en este aspecto, y voy apuntando posibles nombres, hasta que después de mucho
pronunciar y salivar, elijo el definitivo.
Aunque no siempre elijo los nombres por su origen. Una
de las protagonistas de uno de mis relatos, titulado Papillon, tiene tatuadas unas mariposas, por eso le puse el nombre
de Silvela: que en finlandés significa Mariposa.
Que quiero un hombre amable y cándido, de carácter
protector: Alessandro. El compañero de aventuras de mi querida Saoirse.
Que quiero un guerrero, busco nombres que escondan
fuerza, valentía y bravura.
Y lo mismo sucede con los apellidos, también tiendo
a buscar los más utilizados o famosos del país de origen o nacimiento de mis
criaturitas.
Por lo que a la ardua tarea de encontrar el nombre
perfecto, después le sigue la de encontrar el apellido perfecto.
¿Y ya has terminado?
Que va…
Después tienen que quedar superbién pronunciados uno
detrás del otro. Si por algún motivo, mastico el nombre y no me gusta su sabor
junto a su apellido…
Danger!
A la dichosa listita otra vez, a hacer conjugaciones
y enlazar nombres y apellidos. A hacer todas las variaciones posibles, hasta
que el resultado me guste. Aunque más que gustarme tiene que enamorarme. Y soy
una mujer muy difícil.
Pero que se le va hacer…
Hasta que no tengo el nombre no puedo avanzar. No
importan las escenas que deseen cobrar vida en papel, ni el guión que espera
que comience la acción, si no hay nombre, no hay historia.
Como veis, me encanta el momento previo a la
escritura. Disfruto un montón perfilando todo lo que necesito para ponerme a
escribir, tanto que incluso a veces pierdo demasiado tiempo en cosas que para
otros pueden parecen nimias y sin importancia alguna. Aunque esto es algo que
ya habréis sacado en claro al leer algunos de mis posts anteriores, como la
banda sonora de mis historias, o todos los catálogos de ropa que soy capaz de
mirar para encontrar el modelito perfecto.
Pero ahí está la diferencia entre los escritores.
Por muchas cosas que tengamos en común, como personas diferentes que somos, unos
le daremos una cierta relevancia a algunos aspectos y los otros se lo darán a
otras. Y es lo bonito del oficio. Compartir lo que nos une y también lo que nos
separa, haciendo de este universo algo variopinto.
¿Y vosotros?
¿Sois de los que preferís nombres corrientes, de
esos que das una patada y te salen cien porque serán fáciles de pronunciar para
el lector, o de los que al igual que yo, tardáis horas en encontrar el que
verdaderamente os hechiza y os lo pasáis genial pensando en las veces que el
lector de vuestras historias se cagará en vuestra madre por haber elegido un
nombre tan impronunciable.
¿Cómo los escogéis?
¿En qué os basáis?
¡Contadme! ¡Interactuar conmigo! Ya sabéis que me encanta conocer vuestra opinión.
Pero cuidado con los nombres que elegís, porque si
queréis que sean exactos de un país determinado, puede que vuestro
subconsciente os falle y acabéis, después de 86 páginas escritas, dándoos cuenta
de que estabais escribiéndolo mal. Y tengáis que volver a la página y buscar
otras terminaciones y que encima casen a la perfección con el apellido que os
gusta.
Menos mal que me hablasteis de la opción de Word de
buscar y reemplazar. xD Sino ahora mismo tendría un chichón enorme en la frente
de tanto darme cabezazos contra la pared.
¡Un abrazo!
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