En entradas anteriores ya os he hablado de la
importancia de la música, no solo en mi vida y en mi día a día, sino en mi
escritura.
Hoy, al igual que en la entrada anterior, quería
diferenciar entre dos tipos de música como compañera de las letras.
- La música como fuente inagotable de inspiración.
- La música como banda sonora de una obra.
La música como alimento para llamar a las musas que
nos ayudan a sacar lo que llevamos dentro, son aquellas melodías gracias a las
cuales somos capaces de liberarnos de las ataduras que nos condenan, romper nuestros
bloqueos más intensos y darnos la fuerza suficiente para crear nuevas letras.
Pero también para dejarnos fluir, para dejarnos llevar y soñar con otros mundos
muy lejanos del que vivimos. Son melodías que nos dan ganas de llorar, de reír,
de gritar como locos, e incluso de bailar.
Son esas notas musicales que son
capaces de tocar nuestra alma y hacernos sentir bien. Son capaces de tocar nuestro
corazón, acunarlo, deshacerlo, recomponerlo y ayudarlo a respirar con una
intensidad fuera de lo normal.
La música que nos regala inspiración es aquella a la
que siempre volvemos. No importa cuál sea el proyecto ni las numerosas listas
de reproducción acordes con el tema que nos hayamos marcado.
Siempre volvemos a
sus notas musicales, a las letras que la componen. Volvemos a cantarlas una y
otra vez, en bucle, a gritos desgarrados. Algunas de mis canciones especiales:
‘Funeral of
Hearts’ de H.I.M.
‘Dream Away’ de Christopher
Amott.
‘Winter Skies’
de Armageddon.
‘Where the
Silent Gods Stand Guard’ de Amon Amarth.
‘Cult of Chaos’
de Arch Enemy.
‘Rusted Nail’ de
In Flames.
Aunque en
realidad cualquier canción de las bandas mencionadas sería
perfecta, porque son obras maestras para mí, son melodías que siempre me ayudan
a encontrar el camino correcto hacia la resurrección de mi alma cuando estoy
jodida o perdida.
Luego en el segundo lugar está la música como banda
sonora de una obra en concreto.
Y ahí ya hay que ser un poco más selectivo, ahí ya
no importa tanto que sean canciones súper especiales para nosotros, sino que
además de gustarnos tienen que ir acorde con lo que escribimos, que alguna
parte de la letra nos mande pequeños mensajes de peligro cuando estamos
pensando en la trama y recuerdos de esas melodías nos bombardean la cabeza.
Estas canciones son mucho más difíciles de escoger,
pero cuando conseguimos las adecuadas pueden ayudarnos a crear maravillas, nos
empujan, nos dan fuerzas para que todo fluya como tiene que ser.
En el último
proyecto que he tenido entre manos, me he pasado las páginas escuchando U2, la Creedance, Bob Dylan y Queen. Y las diferentes melodías
escogidas me han ayudado a teclear sin parar, y no solo a sacar adelante el
proyecto, sino que además me han impulsado con tanta fuerza que conseguí llegar
a la meta de las 50.000 palabras del Camp
Nanowrimo. Conseguí mi diploma de Winner, y
ahora cuando recuerdo cada una de las canciones que guardé dentro de una
carpeta con el nombre del proyecto, no puedo hacer otra cosa más que sonreír
como una idiota.
Además, cuando las incluimos dentro de la narración
de nuestras obras, esas canciones dejan de ser tan nuestras para ser un poco del lector, que además de leer,
nuestra novela o relato, ha decidido entrar en internet y buscar esas melodías
que nosotros hemos mencionado para descubrirlas y hacerlas suyas y así conectar
mejor con los sentimientos de los personajes que nuestras manos y nuestra mente
han creado. Y este es el mejor regalo que le podíamos hacer a las bandas que
admiramos. Convertir sus melodías en algo inmortal, que sus melodías sigan
naciendo, nota a nota, cada vez que alguien se sumerge en ellas.
Porque la música es una fuente imperecedera de
inspiración, nos regala nuevas letras, e incluso cuando estamos atascados no
tenemos más que escuchar la melodía atentamente, detenernos a percibir algo más
allá de la letra y su significado oculto, para crear. E incluso un frase de ella o un estribillo pueden dar cuerda
a nuestra imaginación para crear algo a partir de esas letras.
La música es uno de los artes más completos, y nos
transporta a lugares que ni siquiera en sueños hubiéramos podido imaginar.
La música da alas al corazón, sana el alma y nos
reconstruye como personas, como seres humanos.
La música es capaz de aliviarnos
y tranquilizarnos en los momentos más complicados de nuestras vidas, y por ello
no podía faltar como compañera de letras.
¿Cuántas veces hemos utilizado una melodía para resurgir de nuestras cenizas?
¿Cuántas veces hemos utilizado una melodía para resurgir de nuestras cenizas?
¿Cuántas veces un álbum de nuestras bandas favoritas ha conseguido sacarnos del pozo negro de la soledad y la tristeza más infinita?
¿Cuántas veces hemos utilizado las letras que escribimos, nuestras propias historias, para cicatrizar heridas?
¿Cuántas veces mientras escribíamos hemos lamido esas heridas sangrantes con música?
Seguro que si os ponéis a contarlas con los dedos, os faltaran manos y pies.
Y vosotros ¿sois de los que creáis bandas sonoras
para escribir? ¿O para adornar algún momento de vuestros proyectos escritos?
¿La música os inspira para crear?
Al igual que en mi anterior artículo os contaba lo importante
que era la fotografía para los escritores, creo que la música siempre irá
entrelazada a la escritura de alguna forma.
Incluso hay novelas que van acompañadas de su propio
cd, y eso para el lector es una experiencia única. Irrepetible.
Creo que tanto la música como la escritura son artes
que siempre deberían ir de la mano, para devolvernos un poco esa bohemia de los
antiguos genios, envolvernos en esa atmósfera donde todos los sentidos se ponen
de acuerdo para latir juntos al experimentar y descubrir.
Mi amiga Ana Nieto,
ha hablado de ello recientemente en su blog. Como estudiante de música ella lo
ve desde su propia perspectiva y creo que tenéis la obligación de leer su
artículo porque es muy interesante y genera reflexiones.
Y yo, como despedida, os adelanto que en mi próximo artículo
hablaré de esa retroalimentación como cimiento de sueños.
¡Un abrazo!
Debo admitir que, para mí, la música ha bajado de plano. Si bien es cierto que soy incapaz de realizar tareas rutinarias (como conducir) sin música se me hacen muy cuesta arriba, ya no le doy la misma importancia que años atrás. Ya no estoy tan pendiente del disco que sale o la banda que visita la ciudad.
ResponderEliminarA la hora de escribir me he vuelto menos sibarita. Aunque, en realidad, tampoco lo fui mucho nunca... No soy de escoger las canciones puntualmente. Por lo general escogía un disco, una banda o un género a la hora de ponerme a escribir. Lo dejaba sonar de fondo mientras trabajaba (a volumen mediano o alto puede desconcentrarme).
En fin... ahí lo dejo :P
¡Un fuerte abrazo!
Cierto, cierto, cierto. Mi madre odia que repita una canción una y otra vez, por eso he optado por usar audífonos xD, pero solo así puedo, incluso, sacarme una historia completa, porque como bien dices, su significado va más allá.
ResponderEliminarYo escucho una canción, o una sola frase, como mencionas, y creo un mundo de ello; aunque también me afano creando playlists de mis historias y de las novelas que he leído...
En realidad creo que es lo mágico de las letras, pueden complementar a otras y complementarse con artes o incluso ciencias.
En lo personal, amo las canciones que tienen algo que decir, son historias en sí mismas.
En ocasiones me ha ayudado, pero no suelo tirar de la música para escribir. Tiene que pedírmelo el cuerpo y apetecerme mucho, mucho... Porque sino me distraigo y no "oigo" a mis personajes. Me pasa también cuando conduzco, si estoy bajo presión por el tráfico o un sitio muy pequeño para aparcar, la música no me deja ver jejeje
ResponderEliminarUn besote y de nuevo felicidades por el Nano ;)
Lindo, lindo post, Beka. Poner banda sonora a nuestra vida es lindo, he vivido épocas que escuchaba música todo el día estando fuera y siempre tenía algún dísco puesto en casa, escribía con música, hasta tenía música para hacer guarreridas españolas con mi hombre, jejeje :P Últimamente ya no me rodea tanto, aunque voy a rachas y a la hora de escribir me pasa igual, hay novelas que tienen listas de canciones y otras que escribo sin más sonidos que las teclas o el bolígrafo al rasgar el papel :) los primeros borradores suelo escuchar más música, pero en el último, solo las palabras; y otras veces me pasa como a Veritas, que no me gusta que la música influya en los personajes y la apagó y me enciendo, jejeje
ResponderEliminarmil besos!!!